NICOLÁS BRAVO.
Nacido en Chilpancingo, en lo que sería el estado de Guerrero, hacia el
año 1786, Nicolás Bravo participó en las luchas independentistas desde
1811, al lado de José María Morelos y, al mando de las tropas de la
provincia de Veracruz, venció a los realistas en la batalla de El
Palmar, en 1812. Cinco años después, Bravo fue capturado por los
españoles, que lo liberaron en 1820. Dos años más tarde, una vez
pacificado México, el congreso constituyente lo nombró consejero de
estado, quedando el país en sus manos hasta que Agustín de Iturbide se
hizo proclamar emperador. El sistema monárquico repugnaba a Bravo, el
cual, junto con otros caudillos independentistas, se sublevó contra
Iturbide. Al mando de una división del ejército insurrecto destronó al
monarca en 1823. El congreso lo designó vicepresidente del triunvirato
que gobernó la nueva república hasta 1824, año en que Guadalupe Victoria
fue ungido presidente. Bajo el gobierno de éste se desarrolló otra
lucha, esta vez entre centralistas y federalistas. Bravo se hizo jefe de
los primeros, pero fue derrotado y debió exiliarse en el Ecuador.
Volvió a México en 1829, participó en otras contiendas civiles y ocupó
nuevamente la vicepresidencia del país en 1846, encargándose unos meses
de la presidencia. Durante la guerra con los Estados Unidos (1846-1848)
fue comandante de Puebla y perdió Chapultepec, además de caer
prisionero. Acusado de la derrota, Bravo se retiró a la vida privada.
Murió en su ciudad natal en 1854.
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